No
es secreto para nadie que en Hollywood los intereses económicos privan
sobre las buenas ideas. Por algo, un gran porcentaje de las producciones
cinematográficas actuales son remakes, reboots, spin-offs, precuelas y
secuelas. Y por eso, no hubo sorpresa alguna cuando Lionsgate anunció
que el tercer libro de “Los Juegos del Hambre”, de Suzanne Collins, se
dividiría en dos películas. Era de esperarse.
En el
2014 se estrenó la primera parte del desenlace, donde Katniss Everdeen
(Jennifer Lawrence) llega al Distrito 13 y comienza formalmente su
trabajo como rostro de la rebelión, cuyo fin último es acabar con la
tiranía del Presidente Snow (Donald Sutherland). Una película sin mucha
acción, con diálogos alargados y situaciones que podían haberse resumido
en una sola entrega, quizás ofreciéndole a la saga un final más
impactante y redondo.
Pero como ya dijimos, Hollywood
no sería Hollywood si no buscara exprimir al máximo los productos
exitosos, y es por eso que lo que debió haber sido una trilogía terminó
siendo una saga de cuatro entregas, en la que se retoma este último
capítulo exactamente donde quedó el anterior.
Así, nos
sumergimos en una historia que vuelve a dejarnos con ganas de más acción
y menos melodrama, y es que a pesar de que en “Los Juegos del Hambre”
se tratan temas sumamente serios como la guerra, la propaganda política y
el papel de los medios como catalizadores de la opinión pública y por
ende, de la acción, el triángulo amoroso entre Katniss, Peeta y Gale
termina siendo un gran bloque edulcorado, sobre todo en esta entrega.
Para muestra el epílogo, que si bien aparece en el libro se lo podían
haber ahorrado en la película (como en su momento debieron hacerlo al
finalizar la saga “Harry Potter”).
A simple vista, el
ritmo de “Sinsajo – El final” pareciera ir in crescendo, con escenas que
se van haciendo más intensas y que apuntan hacia un desenlace épico.
Sobre todo para quienes no leyeron los libros (entre los que me cuento),
parecía obvio que iba a suceder algo grande. Sin embargo, la gran
batalla que nos vendieron en los tráilers nunca llegó. El momento en el
que Katniss se convierte en algo más que un símbolo y pasa a asumir el
liderazgo de un pueblo oprimido nunca llega.
Lo que sí
llega es un giro “inesperado” en los acontecimientos. Un vuelco que
reafirma que Katniss ha sido utilizada desde el principio y por ambos
bandos, convirtiéndose en uno de los personajes más sufridos en la
historia de las sagas juveniles. Este hecho y los rasgos atípicos de
esta heroína, son las características más interesantes de la saga.
Jennifer
Lawrence sabe aprovechar los matices de su personaje y la oportunidad
que le dan de convertirse en protagonista absoluta de esta historia,
dando una interpretación carismática y cargando sobre sus hombros todo
el peso del metraje. Junto a ella, veteranos como Donald Sutherland y
Julianne Moore hacen gala de sus mejores dotes actorales.
Lamentablemente, personajes secundarios como Haymitch y Effie quedan
desdibujados, y no se le saca provecho a Woody Harrelson y Elizabeth
Banks, entre otros. Por su parte, Josh Hutcherson y Liam Hemsworth
cumplen pero sin sorprender, y en el caso de Philip Seymour Hoffman, la
producción se las arregló con las escenas que se filmaron antes del
fallecimiento del intérprete, siendo ésta la última película del ganador
del Óscar.
En resumen, puede decirse que “Los Juegos
del Hambre: Sinsajo – El Final” es un cierre a la altura, mas no se
trata de una conclusión espectacular. Con una inversión bien distribuida
en el diseño de producción, la fotografía y el casting y con una
temática interesante, capaz de cautivar a grandes y chicos, “Los Juegos
del Hambre” puede considerarse una producción por encima de la media si
se toman en cuenta la cantidad de sagas juveniles que se adaptan al cine
en nuestros días.
Por Carolina Figueras Pinto | Cinema24
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