Hablar
de “terror” no es tarea fácil, ya que se trata de un género que mueve
masas pero que pocas veces cubre las expectativas. Llenas de sustos
vacíos, la mayoría de las películas de horror modernas se preocupan más
por la forma que por el fondo, por lo que muy pocas trascienden en la
memoria colectiva. La franquicia “Insidious” parece ser de las pocas
excepciones a esta regla, sin embargo, su tercera parte comienza a
mostrar uno que otro signo de agotamiento.
Durante el
2010, una película llamó la atención de los amantes del cine de terror.
“Insidious” o “La noche del demonio” se presentó como una propuesta
novedosa pero a la vez, con un halo de nostalgia que hizo que algunos,
recordásemos esas cintas que nos hicieron temblar cuando éramos
pequeños. Es casi imposible que “Poltergeist” (1982) no se te venga a la
mente cuando la ves, aunque salvando las distancias.
Luego
de este exitoso debut en el que Dalton Lambert quedó atrapado en “la
lejanía” y terminó siendo rescatado por su padre, la saga nos regaló un
segundo capítulo aún más espeluznante, en el que conocimos más sobre el
espíritu engañoso que atormentaba a Josh desde su niñez. Ya no había
mucho más que decir sobre los Lambert, eso está claro, por lo que la
tercera entrega es una precuela, donde repiten únicamente los personajes
de Elise, la psíquica, y su equipo de “cazafantasmas” formado por
Tucker y Specs.
Quinn Brenner (Stefanie Scott) acaba de
perder a su madre, pero la joven insiste en que su espíritu está
intentando contactarla. Es entonces cuando acude a Elise Rainier (Lin
Shaye), quien termina ayudándola, aún cuando asegura que no puede
regresar al mundo de los muertos. A decir verdad la trama es bastante
sencilla y previsible, y la historia se vale una vez más de la fórmula
de la lejanía, un oscuro limbo donde habitan toda clase de fantasmas
atormentados, ¿pero no es esto lo que queríamos ver?.
Pues
sí, pero a la vez se empieza a notar cierto desgaste y quizás un
capítulo 4 sería tensar demasiado la cuerda, por lo que esperamos que se
mantenga como trilogía. Algo que resaltar en cuanto a la historia es
que profundiza un poco más en la vida de Elise, quien a estas alturas ya
pinta como toda una heroína capaz de patear unos cuantos traseros en el
más allá, a pesar de su edad. En este sentido, Lin Shaye cumple con lo
que se espera de ella y ofrece una interpretación lo suficientemente
sólida como para cargar con el peso de la película.
Por
su parte, Tucker (Angus Sampson) y Specs (Leigh Whannell) ponen el
toque de comedia geek al asunto, y para algunos resultará de lo más
divertido pero para otros, no pasará de ser una parodia ridícula. Pese a
esto, se trata de una buena fórmula para aliviar la tensión,
manteniendo la línea de los personajes que vimos en las dos primeras
partes.
Pero, a lo que vamos, ¿da miedo “Insidious:
Chapter 3”?. Pues sí que da, aunque quizás no al punto de las
anteriores. Con algo más de efectos especiales y una banda sonora
chirriante, la película consigue arrancar unos cuantos sustos fáciles,
pero también tiene momentos de suspenso bien hilados y montados que
derivan en algún grito auténtico. Aquí, hay que decir que el espíritu de
turno es bastante perturbador, mucho más creíble que aquel demonio rojo
a lo Darth Maul de “Star Wars”, pero por supuesto, menos aterrador que
Parker Crane, la novia de negro que le causó pesadillas a más de uno
(incluyéndome).
Por otro lado, hay que darle crédito a
Leigh Whannell, quien no solamente escribió los dos primeros capítulos y
éste, sino que se inicia en la dirección asumiendo el reto de continuar
algo que comenzó James Wan (“Insidious”, 2010; “Insidious: Chapter 2”,
2013; “El conjuro”, 2013; “Rápido y furioso 7”, 2014), uno de los
cineastas más reconocidos del momento. Y para ser la primera vez,
Whannell (el mismo Specs) no lo hizo para nada mal, a pesar de que
muchos echen en falta al director malasio.
Visualmente,
el film se mantiene en concordancia con la saga: planos en contra
picado, en este caso para el viejo edificio donde se llevan a cabo los
hechos; un arte bastante particular, aunque esta vez el color rojo tuvo
menos protagonismo y ciertos elementos que le dan continuidad a este
universo, como la luz azul utilizada cada vez que atravesamos la lejanía
o esa puerta roja que esconde a los demonios. Además, Whannell jugó con
la locación dándole a los pasillos, puertas y ascensores un toque a lo
“The Shining” y aquí enfatizo nuevamente, salvando las distancias.
En
pocas palabras, no estamos ante la mejor entrega de la franquicia
“Insidious” y muchísimo menos ante una obra maestra, sin embargo, se
sigue tratando de una película bastante superior a la media del terror
barato al que estamos acostumbrados. Eso sí, por debajo de algunos
títulos que dieron muchísimo de qué hablar recientemente, como el horror
psicológico de “The Babadook” (2014) o la inquietante e inesperada
propuesta de “It Follows” (2014).
Por Carolina Figueras Pinto | Cinema24
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